VOL. 0052 – FLORIDA, TUESDAY, APRIL 23, 2024
Juan F. Arjona Harry
President & CEO Strategee
Se hizo realidad palpable para todos en la actualidad el hecho de que no tenemos tiempo.
La vida cotidiana es una tremenda lucha por alcanzar a culminar las actividades para las cuales ya físicamente hoy no nos está alcanzando el tiempo. Hace dos décadas era común leer que el tiempo sería el oro del Siglo XXI, nuestra vivencia hoy en 2013 nos muestra la urgente carencia de tiempo y la necesidad latente –a como dé lugar- de contar con apoyos y ayudas que nos permitan detener su paso o por lo menos aminorar su imparable ritmo.
Es cotidiano que hoy no tengamos tiempo para poder estudiar paralelamente al trabajo (o que para hacerlo se necesiten gramos o litros de energizantes y una extraordinaria dosis de voluntad para no caer vencidos por el cansancio). Tampoco tenemos tiempo para resolver los asuntos del diario vivir en la compañía, cada día funcionarios cierran su Outlook con varios correos sin leer y otros tantos leídos pero no gestionados que por lo menos capturan parte del tiempo de la noche generando ansiedad por su no evacuación.
Tareas se vuelven a veces interminables por física falta de tiempo que el protocolo de internet -robustecido en contenidos desde hace cinco años- y la tecnología nos prometieron ayudar a resolver, pero que paradójicamente cada día hace que nazcan nuevas y nuevas actividades consumiendo más y más tiempo en un ritmo sinfín y sin perspectivas de solución. Hoy en todo el planeta los funcionarios de las compañías se acuestan rendidos los viernes en la noche habiendo dejado hasta la última gota de aliento en su propia gestión del día a día sin que exista ninguna posibilidad de que a la semana siguiente la situación cambie, se modifique o por lo menos sea una semana de menos carga laboral que la anterior.
Estudiantes de las diferentes escuelas y niveles en todo el mundo son objetivo de profesores que desean hacerlos mejores, cargándolos de responsabilidades para transformarlos en individuos cada día más competitivos. Nuevamente la tecnología brindó espacios que coparon múltiples actividades agotando la promesa de mayor tiempo para sí.
Es una física lucha contra lo único que no tiene ni posibilidades de parar, ni posibilidades de retrocederlo. Ho vivimos de una manera muda una lucha impresionante por poder siquiera ir al ritmo del tiempo. El ser humano está siendo retado para poder desplegar tantas y tantas actividades, tanto como si fuera posible ir al ritmo del tiempo.
Nació la economía del tiempo.
Cada quien agota su tiempo –en muchos casos sin siquiera percatarse de ello- y vive en un mundo asediado por tomar parte de su propio tiempo. Casi nadie se da cuenta de ello. Sólo las personas y compañías más adineradas pueden percatarse de ello.
El tiempo se consume, se agota para cada quien y para la vida corporativa que debe defenderse de acciones competitivas enmarcadas en el tiempo para producir un resultado en su año o período fiscal.
Nace una tremenda oportunidad para las marcas que puedan orientarse hacia este vital recurso y es la posibilidad de generar economías reales de tiempo a los consumidores.
Orientar la marca a que lo haga más fácil, más rápido, con menos complejidad en su destape, uso, mezcla, consumo, efecto, alivio, desplazamiento, podrá convertirse en un vector de innovación dentro de una matriz de innovación vertical y hasta lateral que será bastante valorada por los consumidores.
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