VOL. 0038 – FLORIDA, TUESDAY, OCT 31, 2023
Juan F. Arjona Harry
President & CEO Strategee
Comúnmente, sobre todo cuando se tienen los recursos necesarios para ejecutar marketing y cuando este es bien concebido, fruto de un agudo análisis del entorno competitivo y de la posición propia de la empresa, surge la natural ansiedad por la obtención de resultados, de tal manera que el Marketing Manager –y en no pocas ocasiones los Ceo- esperan que estrategias y acciones de marketing, produzcan resultados cuanto antes.
En algunos casos, un poco por la misma ansiedad y en no pocos casos, por ignorancia, situaciones han terminado hasta en el despido de funcionarios –en algunas ocasiones valiosos funcionarios-, ante la falta de resultados de marketing en el corto plazo.
Existe entonces algo que no puede desconocerse, en el propósito de contar con el panorama completo en la compleja tarea de formular, diseñar e implementar acciones de marketing, y es que para este pueda producir resultados tangibles –visibles y palpables en los indicadores de gestión que demuestren el crecimiento rentable-, son necesarias tres cosas:
1. Metodología.
2. Dinero.
3. Tiempo.
Nos centraremos en este artículo exclusivamente en el tiempo.
La dimensión del tiempo en el proceso de formulación, diseño e implementación de acciones de marketing, cumple una función crítica por cuanto el tiempo se manifiesta en dos magnitudes a la vez. Por un lado, está el equipo de marketing de la corporación, interpretando el mercado, los consumidores y a los competidores; formulando, diseñando y ejecutando el marketing a una velocidad que en corporaciones globales va a 300 millas por hora, pero al final del proceso, en el mercado, está un consumidor que solo puede incorporar lo que este equipo ejecuta, a una velocidad –quizás en el mejor de los casos- de 10 o 12 millas por hora.
¿Por qué sucede esto?
La causa de esto reside en que del lado del consumidor o cliente, existe un individuo que tiene su propia dinámica diaria, inmerso totalmente en su cotidianidad y en sus dilemas personales de su propia vida (afectiva, filial, profesional, su propia sicología interna, en medio de compromisos con su pareja, su grupo de amigos y compañeros de trabajo, en medio de su porvenir laboral, en medio de compromisos con él mismo ante su propio proyecto de vida); y al mismo tiempo, en medio de decenas de mensajes publicitarios de otras marcas que también quieren conquistar su mente, su corazón y también buscan ingresar a su constelación de consumo; asediado en promedio por 7 promociones de marcas –algunas de ellas, Mega-promociones de Mega-marcas- que también están buscando que se modifique su conducta de compra de forma inmediata.
Entonces por más que desde nuestro equipo de marketing en la corporación se hagan las cosas correctamente, con metodología, con buen presupuesto de inversión de marketing; del lado del consumidor existe un individuo que vive un día atribulado en su propio devenir, en su propia condición de ser un objetivo de muchas más marcas, promociones y mensajes publicitarios; que recibirá nuestro esfuerzo de marketing como un esfuerzo más, que requerirá de mucho tiempo de repetición, de sostenimiento, de estabilidad, de mantenimiento, de “enterar, reforzar y persuadir” de forma efectiva, para que lo nuestro pueda cruzar el “umbral perceptual” del consumidor/cliente y pueda comenzar a ser procesado, para luego ser comprendido, luego interiorizado, y al final, esperar a que se dé la modificación de la conducta del consumidor –cuando el esfuerzo de marketing haya sido bien diseñado y conducido- y posteriormente, que su producto/marca, quede cotidianizada y entre en la constelación de consumo del consumidor/cliente, dándose la habituación de su consumo.
Esta realidad se denomina velocidad de tracción del marketing.
Desconocer esto –en el proceso de formulación y ejecución de marketing- genera desespero, ansiedad, mucha presión –a veces indebida- por resultados de marketing. En algunas ocasiones, genera el nocivo cambio prematuro de estrategia que solo trae frustración y pérdida de las inversiones de marketing realizadas.
No se trata de esperar años... Se trata de comprender el tiempo en el cual la estrategia formulada e implementada –con metodología e inversión suficiente- comenzará a producir sus resultados.
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